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MARIA JOSE ARDANAZ ESTUDIO DE ARTE

El libro más bello del mundo

            Érase una vez un libro que quería ser “El libro más bello del mundo” Su deseo era tan inmenso como deplorable era su aspecto.

            Era un libro sencillo, delgado, sus hojas de papel de borra y sus pastas de ese cartón delgaducho y gris como el de aquellos cuadernos de caligrafía olvidados en un rincón de la estantería.

            Tan grande era su ambición que se puso manos a la obra.

            Trabajó sin descanso hasta conseguir el papel más fino y lujoso, tan parecido al de aquellos misales que descansaban en la estantería central y que él tanto envidiaba.

            Fabricó cinco mil hojas que primorosamente bordeó con oro puro.  Arrancó sus humildes cuartillas sin pensar que a la vez renunciaba su propia historia y procedió a rellenarse con aquellas otras tan fragantes, tan sutiles al tacto que parecían aire.  Pero, claro, tanto volumen y belleza no cabía en su pobre y gris cartón, así que, sin dilación, procedió a construir la más hermosa envoltura que nunca se pudiera igualar.

            Convirtió la piel más magnífica en tapas adornando sus ángulos con filigranas de oro que entrelazaban hojas y flores.  En el lomo grabó, entre grecas del mismo material el título que tanto deseaba ser “El libro más bello del mundo”.  Para la contraportada utilizó seda cruda y para las guardas el más fino papiro.

            Ensayó una y mil veces un ambicioso alfabeto para las letras capitulares cuyo colorido y suntuosidad remedaban a las utilizadas en los antiguos códices iluminados.

            Trabajó con tanto ahinco que no fue consciente de que había invetido veinte años en construir su nueva imagen.

            Estaba tan orgulloso de si mismo que, olvidando sus orígenes, nunca supo que contar.

María José Ardanaz

23 de noviembre de 2019

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