MARIA JOSE ARDANAZ
ESTUDIO DE ARTE





MARIA JOSE ARDANAZ ESTUDIO DE ARTE
La luz amarilla
Los faros de un coche le deslumbraron, escuchó un ruido, un entrépito, algo se hizo añicos y salto por los aires y el silencio se adueñó de la escena.
***
Si Ángela no fuera tan impaciente, pero no, ella siempre con sus prisas, con sus temores. Ya desde la mañana estaba nerviosa, irascible. Parecía que presentía algo.
Andrés, que se jactaba de conocer a su esposa, trataba de escurrir el bulto pues sabía que algo estaba a punto de caerle encima.
El día transcurrió sin sobresaltos aparentes y cuando ya se creía fuera de peligro sonó el teléfono. Ángela, como siempre, se desbocó, agarró el auricular y a medida que avanzaba la conversación su voz se fue aflautando al mismo ritmo que su cara empalidecía.
No podía ser de otra manera: Andrés sacó el coche del garaje y espoleado por la impaciencia de su mujer pisó a fondo el acelerador. Y total ¿para qué? Su hija de nuevo había perdido el autobús y tampoco era para tanto, ya tenía 17 años y aunque ya había anochecido bien podía esperar un ratito en la parada.
Pero no, Ángela no lo veía así, en cada semáforo se encabritaba, imaginaba mil peligros: atracos, ataques, violaciones… que rigurosamente y con todo lujo de detalles transmitía a su marido.
***
Nunca supo que sucedió, tal vez perdió lo nervioso, tal vez no… sólo supo que una luz amarilla le deslumbró.
María José Ardanaz
Las Arenas18 de marzo del 2004