Ahí están, tan distinguidos, tan elegantes. Sus angulosos perfiles se adaptan a la perfección; nariz con nariz, oreja con oreja, gorro con moño.

 

            Al primer golpe de vista podríamos confundirles con dos camaradas camino de una recepción.  Pero no, no es posible, entre razas diferentes no existe la camaradería, forzosamente uno ha de ser el amo pero ¿Quién?

 

            Tal vez el hombre, mirad su perfil respetable, decidido, imperioso, llevando a su mascota a una exhibición canina en donde el animal deberá realizar mil y una monadas, vencer a sus contrincantes y así alimentar la soberbia y el orgullo de su amo.

 

            Tal vez el perro, su altivo perfil refleja el más puro pedigrí, la “crème de la crème”, exigiendo ser conducido al mas prestigioso club de campo de la localidad en donde además de ejercitar sus músculos podrá dar rienda suelta a sus necesidades fisiológicas, mientras que el hombre, papel en ristre, se verá obligado a recoger la mierda de su dueño.

 

            Volved a mirar la fotografía y decidme ¿quién es el amo?

 

 

María José Ardanaz

Las Arenas 5 de marzo del 2004